Manuel Reyes: Si ella estuviera

5 Jun

Manuel Reyes: Si ella estuviera

D. Manuel Reyes, 19 Enero de 2008

19 DE ENERO DE 2008.

SI ELLA ESTUVIERA.

 

Siempre que escribo algo relacionado con Marta, empiezo poniéndole fecha. Supongo que se debe a una deformación profesional que me hace trasladar al papel las cosas que pienso en un formato y en un orden preestablecido de forma inconsciente.

 

Puedo hacer con el duelo un símil, y compararlo con una guerra que se eterniza, compuesta por mil batallas; y esto lo digo porque hoy hace cuatro años que la perdí, y cada vez que llegan éstas fechas, siento que doy un paso atrás en ésta guerra interna que mantengo conmigo mismo, y me hago consciente de que la batalla de Enero siempre la pierdo. Habrá más batallas, y muchas de ellas las supero, pero la de Enero siempre tiene el mismo resultado.

 

He colocado delante mía el póster que tanto desaliento me ha causado en estos últimos cuatro años, y en la soledad de mi estudio, mientras le doy vida a ésa niña de la foto que me da la espalda sin percatarse que la observo, hago recuento de lo vivido y de lo que podríamos haber vivido, de lo que ha sido y de lo que podría haber sido, si ella estuviera.

Si ella estuviera, tal vez yo no hubiera experimentado lo que es el infortunio, la terrible sensación de haber sido señalado con el dedo de alguien que está rifando una desgracia en medio de una multitud mientras tiene una venda en los ojos, y decide rozar en mi cabeza, asignándome la pena mientras a mi alrededor suspiran aliviados.

 

Si ella estuviera, tal vez yo seguiría dándome prisas por acudir a su lado cuando llegara del trabajo porque escucharía su piano desde la puerta de la casa, y sentiría su voz, su tacto y su aroma. Y hoy seguiría así, si ella estuviera.

Si ella estuviera, tal vez yo hubiera tenido la oportunidad de observar sus ojos radiantes y su sonrisa abierta y nerviosa, con un título en la mano fruto de su esfuerzo, que paradójicamente le hubiera permitido volar y escapar de entre mis manos; y de esa manera me evitaría ahora mirar una y otra vez precisamente su foto de graduación, pero sólo en la mitad de su trabajo y presidiendo su tumba.

Si ella estuviera, tal vez yo no habría aprendido a describir lo que es el miedo llevado hasta límites insoportables, y me hubiera ahorrado mil temblores ante la presencia de un médico.

 

Si ella estuviera, yo no observaría la tristeza en los ojos de mi esposa, ni hubiera conocido a tantos otros que me acompañan ahora en mis mismas sensaciones de amargura.

Y así, la lista de sentimientos encontrados por lo que pudo haber sido y no fue, se podría hacer interminable.

Hoy he intentado sustituir la realidad por el deseo. He querido recomponer la historia, manipular el tiempo de manera que me permitiera, aunque sea por un instante, cerrar los ojos y vivir lo no vivido. Y llego a la conclusión de que, como si de una mariposa se tratara, la brevedad y la belleza se unieron para hacer aparecer y desaparecer a una niña mágica, a la que dedico el primer verso de mi vida:

 

Traías alas muy grandes,

imposibles de replegar,

mariposa de breve vuelo,

mariposa de vuelo fugaz.

 

Solo me queda recordar

la estela de tu corta travesía:

desde el gozo por tu llegada,

hasta el llanto por tu partida.

Y en estos momentos amargos,

volver en el tiempo quisiera,

para poder decir:

¡Que distinto seria todo,

si ella estuviera!.

 

Manuel Reyes

Sevilla, Enero 2008

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