AMPARO CARMONA: El orgullo de una existencia

5 Jun

AMPARO CARMONA: El orgullo de una existencia

Escrito en la primera fase del duelo de mi hijo Jesus Miguel Ramirez Carmona, fallecido el 24 de diciembre de 2009
Mi nombre es Amparo Carmona, vivo en Sevilla, y recientemente he contactado con la Asociación. Gracias.
«Querido niño mio;
Cada vez que miro a tus ojos en una inmóvil foto, una frase asalta mi mente, “te quiero, te añoro”,y siento tu ausencia como un agujero negro que me consume y me despedaza

 

He leído que la muerte de un hijo es una mutilación. Por eso me siento rota, incompleta, por eso cada vez que miro tu foto siento el dolor de un miembro amputado, no está pero su falta duele terriblemente.

También he leído un poema, que me dice que la muerte es un cambio de lugar en la intemporalidad, es un no dejarte caminar por la hierba, ni asaltar ventanas cantando canciones de amor, no podrás disfrutar de un helado, ni de una caricia y unos ojos que te miren y unos labios que besar. Te has cambiado de lugar, ya en tu cuarto no suena la música que te gustaba escuchar, no se oyen a tus amigos relatar historias de mundos fantásticos y personajes míticos. Ya no preparo café para seis, ni aparece tu ropa en la colada. Tú, ya en casa no estas. Sé que te has cambiado de lugar.

El destino me ha quitado la oportunidad, de ver que profesión tendrías, con que mujer te casarías, o que viajes realizarías. Solo sé que te has cambiado de lugar, que ahora habitas en la dimensión donde el tiempo no te envejece. A veces cuando me empeño en hablar contigo, que aunque no oiga tu voz, yo te hablo desde el alma y en mi corazón te quiero escuchar, porque siento la necesidad de saber que estas bien, que todo lo que ha ocurrido te habrá dolido, pero que puede que vivir, haya merecido la pena, y ahora allá donde te encuentres disfrutes de la paz, del conocimiento, del orgullo de haber dejado un bonito rastro de cualidades, para que podamos aprender de ti, a ser valientes, honestos y fuertes.

A veces pienso que llegaste a mi vida por algo muy trascendental, ten la seguridad que eres fruto del amor mas sincero, que tu padre y yo soñamos con tu existencia antes de que fueras una realidad, que cada momento que hemos vivido a tu lado lo hemos disfrutado, compartido y saboreado, los buenos momentos, y los difíciles también, sin que nunca fuera una carga, ni una molestia, siempre orgullosos de ti, aunque reconozco que no siempre estuvimos acertados. Alguna vez tu vitalidad en la infancia, nos agobió, tu rebeldía en la adolescencia nos asustó, y tu fortaleza en la enfermedad nos impresionó.

Al final, cuando el dolor y la enfermedad era imparable, cuando los médicos sacaron su mejor voluntad pero sin encontrar la solución y se procedió a la sedación, hay una cuestión que me gustaría comprender, y a veces no puedo discernir si estabas conforme y eras plenamente consciente de tu despedida o en tu mas intimo deseo era seguir luchando, aun sabiendo que no había remedio.
Esta pregunta me tortura, los médicos dicen que tu sabias toda la verdad, y a mi parece a veces que sí, y que disimulabas por no verme sufrir.
Mientras yo rezaba para que Dios te llevara pronto, para que no fueras consciente de que tus piernas habían empezado a morir, para que no notaras que te ibas paralizando poco a poco repleto de dolor y con los pulmones destrozados.

Siento las necesidad de saber como tu espíritu se enfrentó a la despedida de una vida que tú querías seguir viviendo, arañándole trocitos a una enfermedad cruel y despiada. Me dio la impresión que te conformaste al final, y te entregaste convencido pero no vencido, que te dolió dejarnos solo por saber como todos te queríamos, pero consciente de que tenías que seguir, para mejorar, para evolucionar, para dejar tu legado. No olvidaré mientras viva tu cara, tu expresión de relax, de paz, dejando de respirar y aprovechando el momento oportuno cuando tu padre, tu hermano y yo agarrados de tu mano hablábamos de la existencia de la eternidad y de un mundo mejor donde tu te ubicarías por siempre.

Ahora y desde aquel día disfruto la lluvia, las nubes grises y el color del cielo aguamarina, ya no importa la humedad, ni que el sol no salga, el mundo que conocemos te despidió de esta vida entre fuertes aguaceros, y ahora todos los dias que me quedan por vivir, ya tienen mis sentimientos grabados por siempre el orgullo de haber sido parte de tu existencia durante 7.870 dias, más de 21 años, todo cambió para mí desde que llegaste a mi vida, durante este corto tiempo tu presencia en mi vida forjó el amor, el orgullo, el honor y la satisfacción de haber sido tu madre».
Recibe mi amor a diario,
Tu madre, Amparo Febrero de 2010

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